jueves, 15 de diciembre de 2011

De estrellas y ridículos



En una de mis noches estrelladas estaba yo charlando con la Osa Mayor... a lo mejor era la estrella Polar, se reían de mí, creo. Les contaba lo difícil que es verlas con tanta farola y luz alrededor. Y de paso pensaba en ese agujero negro que dicen que se está tragando no sé que cosa de la Vía Láctea. Da un poco de miedo. Yo pensaba que los agujeros negros eran para viajar en el tiempo y desde luego siempre pensaba que yo iba a encontrar uno e irme a conocer algún conde de la época victoriana. Pero resulta que todo se reduce a gases galácticos. La palabra galáctica es bonita. Galaaaccctica. Me gusta cuando hay una "c" seguida de "t". 
Le contaba yo a una de esas estrellas que a veces soy absurda y burra, y me reí de mí misma, porque hasta que no tuve 20 años no supe decir Inglaterra bien. Yo pensaba que había que pronunciar la "g". Así que yo decía Inggggg y luego laterra. No pronunciaba gla. De eso me di cuenta viendo un telediario. Pero de esas tengo muchas, hace poco la peor. Leí la expresión dechado de amabilidad. Bien, si la persona que me lo escribió lee ésto no sé que pensará de mí, mínimo reírse, pero yo, siempre he pensado en mi cabeza que era techado de amabilidad. Por lo del techo, yo creía que era tan amable que estaba en el techo, en la punta de arriba. Hasta aquí  mi momento "pacomartínezsoria". Ridículo.
Cuando era pequeña también solía pensar que los suelos de damero blancos y negros por donde yo gateaba eran océanos que iban a engullirme sin piedad y caería en un espacio infinito, es decir, un agujero negro. Ya los veía entonces.

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