A veces veo montañas que no existen. Aparecen en el horizonte, dibujadas, definidas, pero irreales. Como las dos lunas de Murakami que sólo Aomane ve. Sólo yo veo esas montañas. A veces al sur, a veces al norte. Las miro fijamente y las dejo desvanecerse ante mis ojos, sin preguntarme el porqué. Simplemente, a veces están, y a veces no. A veces son altas y otras veces poco más que unas colinas. Suele ser al amanecer o al atardecer, en días claros, sin brumas. Y son azuladas. Montañas azules que veo en la irrealidad de mis días. Y no me cuestiono su procedencia, ni siquiera a dónde van luego. Pero ellas hacen que piense que la lógica no está ligada siempre a lo que se ve o se toca. La lógica viene y va, y nuestra mente aún es estrecha para entender que la vida, o la muerte, o el alma, tienen tanto sentido como lo que no vemos pero si sentimos, como lo que tocamos pero no vemos, como lo que creemos y aún no hemos conseguido, pero está ahí.
Y nuestra sombra se va haciendo cada vez más nítida y pura.
Ana:
ResponderEliminarQuizá esas montañas sean una forma de iluminación y por eso tu sombra crece.
En la oscuridad no proyectamos sombra alguna.
Días luminosos y felices, sin brumas lejanas ni cercanas son dignos de disfrutar.
Me pareció una muy buena explicación, ¿estaré en lo cierto o me dejé llevar por la imaginación?
Un beso luminoso, para un lunes que siempre lo necesita.
A veces es necesario calibrar nuestra mirada, habituarla a esa obscuridad..."El ojo ve sólo lo que la mente está preparada para comprender"
ResponderEliminarUn cordial saludo
Mark de Zabaleta
A veces es necesario calibrar nuestra mirada, habituarla a esa obscuridad..."El ojo ve sólo lo que la mente está preparada para comprender"
ResponderEliminarUn cordial saludo
Mark de Zabaleta
A veces es necesario calibrar nuestra mirada, habituarla a esa obscuridad..."El ojo ve sólo lo que la mente está preparada para comprender"
ResponderEliminarUn cordial saludo
Mark de Zabaleta
Estamos llenos de sombras que no logramos entender. Y en ese misterio reside tal vez la serenidad de encontrarle un sentido a la vida.
ResponderEliminarBesos, Ana.