martes, 15 de mayo de 2012

Poesía de la ausencia

Con espigas en la boca y la garganta seca
con cristales en los pies y sangre en las manos
con la mirada felina y el gesto amargo,
.......así.........
vino a mi, a desbocarse, a gritar.
Así me aferró y soltó su desdicha,
los truenos de su alma,
las batallas perdidas de su pecho,
la acidez de sus sueños.
Sin más vino y miró, y lloró
reprochó, y cayó
desarmada, perdida y vencida.
No lo vuelvas a hacer, me dijo
no te vuelvas a ir,
mira qué hiciste,
sola y marchita,
sola y podrida,
sola y cuerda.
Y yo, no pude sostenerla,
ni calmarla, ni llamarla,
y yo, no pude más que llorar
sobre sus hombros caídos,
sobre sus manos ajadas
que golpeaban
la tierra que me cubría.

4 comentarios:

  1. Ana:
    ¿De qué vale enloquecer cuándo lo irremediable ya es?
    Más vale no tener que llegar nunca a esto.
    O lo corriges o lo dejas, pero no lo reeprochas luego.
    Muy buen poema. Excelentemente redactado.
    Aunque triste e irremediable.
    Un saludo con algo de pena.

    ResponderEliminar
  2. Francamente, sabes transmitir un sentimiento...

    Mark de Zabaleta

    ResponderEliminar
  3. Hay instantes en los que sólo se busca en esa soledad una lágrima que compartir bajo un cálido abrazo.
    Sin más.

    Besos.

    ResponderEliminar

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