La sangre colisionó a las puertas de unas ganas por la imprudencia de no soltar lastre. Y quedó atascada con palabras no dichas, con miradas no encontradas, con un paso atrás, desidia de media tarde, ideas fugaces no escritas, pequeños monstruos que rascan la osadía, con chinchetas que se clavan en las andanzas cotidianas, bien fuerte, día tras día.
Y todo se mezcló sonrojando el rostro, más pudo una gota colarse entre los amasijos de la chatarra que saturaba el alma y se convirtió en palabra al brotar de los labios: - quiero, dijo la gota, dejando un poco más de espacio a las demás, que lentamente escapaban de las garras de esas miradas que van hacia otro lado.
Y yo que pensaba que hablarías del Higgs xD
ResponderEliminarVerdaderamente logrado. Al final siempre sale !
ResponderEliminarMark de Zabaleta
Ana:
ResponderEliminarMuy bonito texto. Nunca hay que dejar nada adentro del alma.
El reproche puede volverse insoportable luego.
Un saludo, amiga.
Bien!!!
ResponderEliminarHay que sacarlo todo para afuera...
Sí.
Besos.