jueves, 9 de enero de 2014

No se nace mujer, se llega a serlo. Simone de Beauvoir

La entrada en la Wikipedia sobre Simone de Beauvoir (París 1908-1986) es bastante pobre. Dice lo básico, sin entrar en detalles. Burguesa, crisis existencial, docencia, amor. No obstante dice algo sobre  su idilio con Sartre que me ha gustado: crearon entre ambos una relación que les permitía compatibilizar su libertad individual con la vida en común.Yo lo que no entiendo es que eso sea raro, me imagino a ambos queriéndose y a la vez siendo...¿libres? ¿Es una utopía? Veo en ella una revolución de pensamientos que la mujer debe tener en cuenta. Ya muchas lo hacen, aunque la mayoría de boquilla. De puertas adentro, son las mismas de siempre acomodadas en sus vidas hechas y derechas - sin libertad - con perdón - de obra y pensamiento. Vamos, que seguimos sin ser valientes ni únicas, especiales ni auténticas. "No se nace mujer, se llega a serlo", dice Simone en su libro "El segundo sexo". "Ser mujer no es un destino, sino una construcción social, cultural e histórica". Y es que no es bastante ni suficiente nacer ni tener un par de ovarios, tenemos que quitarnos todas las máscaras impuestas y también auto-creadas para poder ser libres. Tener el espíritu libre y hacer con él lo que queramos. Yo no abogo por la soledad ni mucho menos, ni por la imagen de solterona instruída con pitillo en boca, no. Yo defiendo una libertad que nos haga respetarnos a nosotras mismas siendo como queremos ser. Todas diferentes, pero mujeres de espíritu.

El corazón que sufre es libre. Mi corazón es libre, mi voluntad no, está sujeta por las fuerzas de la rutina y el capitalismo.
Un corazón que huye de lo que siente, de lo que anhela, y lo tapa con pastillas para no sentir, está atrapado en los recovecos de un círculo vicioso de anomalías sociales que se alejan de la naturaleza. Las nuevas terapias conductuales del bien y del mal nos hacen esclavos de los propios sentimientos y nos hacen culpables de la magnitud de nuestros sueños, de nuestros pensamientos, de nuestro propio ser, poniéndonos en un camino de borregos donde a la vez nos enseñan a juzgar y condenar razonamientos ancestrales y libres. No solo la vuelta interior a la eternidad de la imperfección nos salvará, es la unión de todos lo que puede hacernos ver la luz. La aceptación y el respeto al otro. La no imposición. El hecho de no querer cambiar a aquel a quien se ama, sino querer que se muestre tal cual es, sin medidas ni tabúes. Sin miedo a ser juzgado. La reciprocidad del respeto es la base de la unión duradera. Ser libres supone decir nuestra verdad sin miedo a ser descubiertos. Estar orgullosos de habernos encontrado a nosotros mismos. Tener luz en las manos y el corazón, fuego en la mente para conseguir avanzar con coraje y valentía, ser etéreos cuando queramos viajar y comprender, sin límites. Que nuestro cuerpo no sea una cárcel que nos aleje de los demás. De la tierra. Del saber. Hay que volar.


"DURANTE mucho tiempo dudé en escribir un libro sobre la mujer. El tema es irritante, sobre todo para las mujeres; pero no es nuevo. La discusión sobre el feminismo ha hecho correr bastante tinta; actualmente está punto menos que cerrada: no hablemos más de ello. Sin embargo, todavía se habla. Y no parece que las voluminosas estupideces vertidas en el curso de este último siglo hayan aclarado mucho el problema. Por otra parte, ¿es que existe un problema? ¿En qué consiste?(…)Todo el mundo está de acuerdo en reconocer que en la especie humana hay hembras; constituyen hoy, como antaño, la mitad, aproximadamente, de la Humanidad; y {15}, sin embargo, se nos dice que «la feminidad está en peligro»; se nos exhorta: «Sed mujeres, seguid siendo mujeres, convertíos en mujeres.» Así, pues, todo ser humano hembra no es necesariamente una mujer; tiene que participar de esa realidad misteriosa y amenazada que es la feminidad. Esta feminidad ¿la secretan los ovarios? ¿O está fijada en el fondo de un cielo platónico?.(…) Pero el conceptualismo ha perdido terreno: las ciencias biológicas y sociales ya no creen en la existencia de entidades inmutablemente fijas que definirían caracteres determinados, tales como los de la mujer, el judío o el negro; consideran el carácter como una reacción secundaria ante una situación. Si ya no hay hoy feminidad, es que no la ha habido nunca. ¿Significa esto que la palabra «mujer» carece de todo contenido? Es lo que afirman enérgicamente los partidarios de la filosofía de las luces, del racionalismo, del nominalismo: las mujeres serían solamente entre los seres humanos aquellos a los que arbitrariamente se designa con la palabra «mujer». (…) 





2 comentarios:

  1. que me ha encantado la entrada!!
    adoro a la beauvoir... y adoro su segundo sexo... pero creo que pocas escritoras me han hecho sufrir tanto como ella... leer la invitada después de sus cartas a sartre fue angustioso... cuando leí su mujer rota no pude comer en todo el día...
    en fin... que yo quería copiarte el final de su ceremonia del adiós... que me parece triste y precioso... y después de leerte, quería compartirlo contigo...

    "Mi silencio no nos separó.
    Su muerte nos separa. Mi muerte no nos unirá. Así es: ya fue hermoso que nuestras vidas hayan podido estar de acuerdo durante tanto tiempo."

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    Respuestas
    1. Gracias por compartirlo. Puede que tenga razón Simone, puede que no. Pero me quedo con que "es hermoso que dos vidas hayan podido estar de acuerdo durante tanto tiempo". Eso me encantó. No hay que dejar de leerla. Besos chica de ojos marrones.

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