sábado, 6 de octubre de 2012

Alimentando

Se tumbó en el césped a descansar y digerir el almuerzo. Pensaba en esos dos niños cebados por la bruja para comérselos. Montones de pasteles, dulces, asados y guarniciones para engordarlos y llevarlos al horno. Como ella. Brillaba el sol y los rayos atravesaban las ramas de los pinos bajo los que estaba. Chorros de luz que calentaban su cuerpo cansado. Dos mariposas se posaron tan cerca que podría tocar sus alas si alzara la mano, pero las espantaría al menor movimiento, así que mejor las observó hasta que se fueron buscando otro lugar. Y cerró los ojos y escuchó por dentro.
Macarrones con tomate, un bollo de pan, dos coca colas, una hamburguesa y dos donuts. Todo eso para sentirse llena y observada. Mimada. Un cero a la izquierda que tenía que actuar en su propia desdicha y miseria para ser alguien. Para ganar dinero y seguir comiendo, para ser un espectáculo. Ya no viviría mucho. Ellos lo sabían, y eso les excitaba más aún. Cada día sentía cómo las fuerzas se escapaban un poco más, y un movimiento menos cada semana. Las cosas dejaban de funcionar poco a poco. Pero seguían pagando, y no estaba sola. Qué mas daba un tubo más o menos de oxígeno, si apenas le quedaba ya su propio aliento. Recordaba esos sueños cuando era niña y corría detrás de sus hermanos. Correr. Hacía años que no podía hacerlo. Ahora ni se sostenía. Tendría que llamar a su madre y la cuidadora para que la levantaran, pero tumbarse en el césped era un pequeño lujo que se había concedido. 

1 comentario:

  1. Ana:
    Un muy triste relato, aunque lo hayas escrito muy bien.
    Es ponerse en la mente de quienes esperan su destino mientras se conceden soñar.
    Un gran abrazo.

    ResponderEliminar

Te gustará también

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...