Ese puntito histérico de la tristeza

Los hombres odian ver llorar a las mujeres y eso es un hecho.

Las mujeres tenemos un puntito histérico y melodramático y eso es un hecho.

Que se reconozca o no, no está tan claro. En ambos casos siempre hay un margen, unos lo toleran más que otros y unas sacan la vena dramática más que otras. O menos. O a veces. Solo de vez en cuando. Un mal día. Dos días al mes de hormonas disparadas, una vez en la vida de ataque de ansiedad...quién sabe.

Tanto ellos como ellas tienen que hilar muy fino para no mostrar demasiado énfasis en su rechazo al otro cuando se pone "tonto". O "tonta". Ahora cedo un poquito yo, ahora tú. Mostrar interés siempre funciona. 

Pero a veces se corta el cuerpo y por más que quieras correr y gritarlo cuánto lo necesitas, no se puede. No siempre se ve, no siempre lo escucha, no nos damos cuenta o simplemente...lo dejamos pasar, capeando el vendaval. Porque vivimos la era de ser fuerte, es la época de " no necesitas a nadie más que a ti mismo", vivimos el "yo conmigo mismo", y casi queda feo y de mala educación desahogarse. ¿Quién quiere escuchar más problemas aparte de los suyos propios? ¿Para qué queremos molestar a nadie sin saber siquiera si le interesará o no? Es como cuando quieres correr en un sueño y te pesan las piernas, y no avanzas, y todo está lleno de brumas. Pero tranquilos, que otro día saldrá el sol y todos esperan lo mejor de ti. La tristeza, que dure poco, y si es a solas, mejor. ¿O no?