Familias

Ayer vi un documental en el canal Viajar sobre familias en el mundo. "Las familias, cambian, crecen, dan vueltas y se hacen más fuertes", dice la locutora. Porque una chica divorciada se ha casado con un judío, no sé de qué país. Están muy contentos los dos, dicen que el judaísmo, al contrario que el catolicismo, reconoce dos y más matrimonios. Te casas las veces que quieras, y puedas. Muy bien, eso está estupendamente. Debería darme ánimos, pero no sé, hay algo que no me ha convencido. ¿Sería la mirada? Esa mirada de "menos mal que te he encontrado porque si no me hubiera quedado solo/a toda la vida". 

Es difícil, aunque vivamos en el siglo XXI, quitarse el yugo de "mujer divorciada con hijos busca pareja". Y claro, tiene que ser pareja afín, divorciado con hijos mejor, para ir los fines de semana todos de excursión. Yo, es que voy a contracorriente, qué le voy a hacer, puede que me lo ponga más difícil aún, hay quien me ha dicho que ya lo tengo muy muy difícil, hay quien me dice que me vaya de solteros con hijos y bueno, muchas cosas más. Pero una mujer que se separa con 32 años, lo último que busca es volver a lo mismo, perdón, volver a lo mismo por obligación, como si fuera una condena vivir sola con hijos y tener unas inquietudes que van más allá de ir por las tardes al parque o buscar saldos en mercadillos. Todo esto, claro, me lleva a etiquetarme: friki, rara, madre despegada...os aburriría si cuento todo lo que me llaman. Con lo que a mi me gusta que me caliente los pies helados las noches de invierno, que no digo que no quiera yo una pareja, si, pero no a cualquier precio. No al precio de lo "que tiene que ser porque es tradición", ni lo que tiene que ser "porque es lo que hay". Y no se busca, se encuentra. La manera de uno no es la de todos. Uno por uno por uno por uno...así hasta acabar. No son las mismas condiciones, ni personas, ni situaciones.
Esto es una idea preconcebida de la vida, y da muchas vueltas.