jueves, 17 de enero de 2013

La vida apuntalada

A puntales se sostiene el afán por lo valiente.
A veces ni eso.
A puntales levanta el ánimo para seguir.
Y casi siempre es quimera.
O apariencia.
Ya hay barro en el suelo. Ya hay pedazos.
La vergüenza del atrevimiento,
la decisión de  los pasos que llevan a donde nadie quiere ir.
A puntales. Sin remedio. Sin palabras.
Solo un silencio que es en sí una respuesta rotunda.
Una pena sin valor. La indiferencia de lo educado.
Queda la metamorfosis de un renacer de hiel. 
Sin nada. Una pequeña luz en la mano de Bastian.
Y una voz en su cabeza.

Kristin Vestgard

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