lunes, 1 de abril de 2013

La totalidad del otro según Julian Barnes

"¿Qué es lo hace que sintamos deseos de conocer lo peor? ¿Quizá nos cansamos de querer enterarnos sólo de lo mejor? ¿La curiosidad es siempre un obstáculo que se opone a los propios intereses? O bien, más simplemente, ¿no será que nuestro deseo de conocer lo peor es la perversión favorita del amor?"

"...esa es la verdadera diferencia entre unas personas y otras: la que importa no es la que hay entre quienes tienen secretos y quienes no los tienen, sino la que separa a los que quieren saberlo todo y los que no. Yo afirmo que esta búsqueda es un signo de amor".

Pero esta búsqueda no siempre se hace de la misma manera, a veces se busca incansablemente y ves algo del otro que hace que te pares, no por el hecho de saber más sobre él, sino por no querer invadir su yo total; sin embargo es a veces el otro el que, sin quererlo o sin darse cuenta, no es que te deje mirar por la mirilla de su cerradura, sino que te abre la puerta entera y ves su mundo interior, y puedes husmear con cierto temor, con cierta curiosidad, a veces por casualidad, a veces por pura locura. Me he dado cuenta que cuando las aguas están calmadas no se sienten demasiados deseos que removerlas, cuando se agitan, es cuando sientes la necesidad de comprender y saber. Y ahí, en ese estado de agitación que precede a la calma, te das cuenta de la importancia y la diferencia que hay entre conocer a alguien o saber a alguien.
Nunca se llega a conocer a otra persona en su totalidad, porque como describe Barnes en el libro, aunque eches una red para pescar, no sólo es lo que se queda dentro de ella, ¿qué pasa con lo que no se recoge? Es un mar entero que forma parte del todo.

"En el caso de un amante, de una esposa, cuando te enteras de lo peor —tanto si se trata de infidelidad como de falta de amor, de locura como de tendencias suicidas— casi te sientes aliviado".

"¿Tan mal está, me preguntaba a mí misma con la mayor insistencia, ser ambicioso en el amor? ¿Tan malo está? Dígalo usted... Algunos hombres son muy poco adultos: quieren que las mujeres les entiendan, y con esa finalidad les cuentan todos sus secretos; pero luego, cuando se sienten cabalmente comprendidos, odian a sus mujeres por el hecho de que les entienden".

 La Ezwa 

Textos de El loro de Flaubert.


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