Un elefante nunca olvida lo que se le dice, lo que se le enseña. Por lo general es agradecido y leal. Parece torpe, es grande, enorme, casi bobalicón, pasos cortos, pesados, tambaleantes. Dócil. Se deja acariciar, que le cuentes tus secretos, escuchará y callará a la vez que asimila. Jugará contigo para hacerte reír, quiere que te sientas bien. Te mimará. Te empujará suavemente para que alcances donde quieres llegar, dejará que te subas encima y disfrutes las vistas, el placer, las sensaciones.
Enfádalo.
John Drysdale |
que belleza de ser
ResponderEliminarUna gran reflexión...
ResponderEliminarMark de Zabaleta
Ana:
ResponderEliminarTenemos un dicho para hablar de temeridad suicida: patear los tobillos a los elefantes. Se refiere al que ataca a los poderosos.
Un gran abrazo.
Es un ser bello y tranquilo, pero como bien dice Arturo... si desatas su ira...
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