sábado, 6 de julio de 2013

Verano helado. Relato.

  Las sábanas estaban revueltas y calientes. Demasiado calientes como para poder conciliar el sueño. Su voluntad de dormir nada podía hacer frente a la potente mezcla de calor y ansiedad. En vista de eso, Alicia se levantó de su jaula arrugada y se sentó en su sillón de terciopelo verde. Puso el ventilador en marcha y se dejó llevar por el mecánico ruido diez minutos, lo justo para desvelarse del todo. Cogió su libreta de tapas amarillas y comenzó a escribir. Palabra tras palabra hiló una telaraña de motivos y reproches. —Perfecto —pensó—. Mañana temprano lo paso a limpio y que le estalle vía email. Que aprenda que no soy una cualquiera, ni la “otra” de nadie. Que no se juega conmigo. 

  A las diez de la mañana se miró al espejo y vio unas ojeras profundas. —Maquillaje, todo en la vida necesita maquillaje, incluso con esta canícula que todo lo aturde—. De fondo podía oírse la radio anunciando la desaparición de un hombre y una nueva protesta a las puertas del Ayuntamiento. Alicia se peinó, se perfumó, se puso un vestido ligero y unas sandalias romanas. Mientras bajaba las escaleras su mente recreaba la llegada al buzón de su bomba de letras. Se reía por su atrevimiento pero también le temblaban las piernas sabiendo lo que suponía. Una pérdida absoluta. La soledad. El abismo. Pero no había vuelta atrás. Dirigió sus pasos al supermercado, agua, sandía, helados, tomates, pepinos, refrescos y patatas fritas fue todo lo que echó al carro. En el último momento, antes de ponerse a la cola, se acordó del hielo, como un lejano recuerdo de obligación que tenía que llevar a cabo. Diez bolsas más a la cesta. Y cargada volvió a subir al piso pequeño y luminoso que desde hacía tiempo compartía a ratos con Fernando. Pensar en su nombre hizo que se le aflojara el nudo del estómago. —Cómo lo voy a echar de menos—. El móvil sonó con la melodía clásica de siempre. No contestó. —Hoy no— pensó. Metió las cosas en la nevera y llevó las bolsas de hielo a la cama, distribuyéndolas por todos lados.

  Se había olvidado de apagar la radio, donde tras una canción de Adele volvieron a dar la noticia del hombre desaparecido y una mujer confusa y rota suplicaba la vuelta de su marido. —Todos los veranos lo mismo, los hombres se van, y no vuelven, pobre mujer, ahí la habrá dejado con la hipoteca un par de hijos pequeños—. Otra canción de Pablo Alborán y se puso a tararear mientras el cuchillo partía en cuartos los tomates para el gazpacho. Se quitó las sandalias y con los pies desnudos organizó el pequeño espacio, limpió, cocinó y por fin se sentó frente al ordenador. Ninguna respuesta. Bandeja de entrada vacía. En su mente latía algo que no sabía qué era, no lograba ponerle nombre. Y sin avisar volvió la fuerte migraña. Tan fuerte que laceraba todos sus sentidos dejándola apenas sin respiración. Corrió las cortinas del dormitorio y se metió en la cama. Cama que estaba húmeda, helada, y en la mesita de noche se encontraban las diez pastillas que no se había tomado esa semana.

Cariño, —susurró al mirarlo tumbado en la cama—, te he mandado un email, cuando me despierte espero encontrar una respuesta decente.

12 comentarios:

  1. Excelente.
    La vi.
    Aunque creo y mucho me temo, que no hallará respuesta alguna ni aun cuando despierte.
    Qué pena no? Que hoy muchas relaciones se cierren via em@il. Antes al menos la gente daba la cara, y el otro no podía menos que responder, y resultaba más fácil para todos pasar página.
    Besos, Ana.

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  2. ¡Qué rápida Eva! ¿Qué viste? ¿Cuál crees que es el final? ¿Por qué no va a encontrar respuesta? ;) No sé si la gente entenderá "mi final". Así que os dejo a vosotros que divaguéis. Besos parisinos

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    Respuestas
    1. Vi la escena completita. A ella, saliendo a comprar, la sandía, el gazpachito. El remolino en el estómago... la lista que escribe en el cuaderno pesando los pros y los contras, el em@il lanzado como un desahogo, una decisión sin vuelta atrás.
      Lo que espero es que no se tome todas las pastillas de golpe...
      ;-)
      Y que al despertar, tras un buen sueño reparador, si bien no ha recibido ningún em@il que es lo que creo, y me temo, se acabe la sandía, se haga un buen cubatita frío ( con las bolsitas de hielo) y a otra cosa, mariposa.

      Besos andaluces.

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    2. me parece que el hielo tiene otra finalidad que la de un cubatita jeje.

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  3. ese final...lo enfocamos como un reto?

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  4. Ana:
    Dice mi madre que de arrepentidos, está el mundo lleno.
    Buen fin de semana.
    Un gran abrazo.

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  5. Qué buen relato Ana. Al más puro estilo de novela negra. Un relato en blanco y negro que mi imaginación sitúa en el barrio francés de Nueva Orleans con calor húmedo. Un relato con un estilo nuevo en ti, a mi modo de entender y que lo desarrollas a la perfección.
    En cuanto al final... supongo que al no tomarse esas pastillas durante la semana, significa que, sean para lo que sean, ya no las necesita; y respecto al mail... ojalá reciba la respuesta que desea, y si no...estoy seguro que insistirá hasta recibirla.
    Pero... cuando la reciba, ¿se quedará petrificada y tendrá esa extraña sensacion de... y ahora qué?
    Me ha gustado mucho el relato y como lo has conducido Ana. Un beso

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  6. Creo que no habéis entendido mi final... no habéis visto las señales o lo he desarrollado mal :( ¡Pero gracias por leerlo y compartir vuestras opiniones.

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  7. Es lo que tiene no tomar la medicación, que se te va la pinza y en un ataque de rabia te cargas al susodicho sin contemplación. :) ¡Qué peligro tienen algunas!

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  8. Un excelente relato...aviso a navegantes!

    Un cordial saludo

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  9. Magnifico, pelos de punta y una cosa muy clara...muerto el perro se acabó la rabia

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