Día 18. Bluf

El otro día me pasó una cosa bastante desagradable. Fue una estupidez, pero en ese momento me causó mucha repulsión. La escena es la siguiente: yo con mi ropa de deporte y mi pala a la espalda esperando al bus en Luceros. Yo escuchando música con el móvil sentada en un banco. Y se me acerca un tipo calvo con acento extranjero. Imposible saber de dónde. Y empieza a hablar rapidísimo y a enseñarme una carpeta donde lleva unas fotos. —Mira, este soy yo hace dos años, antes de que cambiara mi vida— La foto en si era él sacando barriga. Intentando parecer gordo. Conclusión: me quiere vender algo para adelgazar y cortésmente le digo que no me interesa. Pero él insiste y me mira con mala leche y empieza a hablarme del páncreas y del apéndice y la vesícula. Abrí la boca para decirle que yo ni tenía apéndice ni vesícula, pero me callé y me estaba empezando a cabrear. Y me pregunta qué desayuno, porque el problema está en el desayuno. Y le digo otras diez veces que no me interesa que muchas gracias. Finalmente muy ofendido me dice que sólo quería ayudarme y me dice: porque ESO MATA.

Podría ponerme a divagar pero no tengo ganas, me sentó mal, me jodió la tarde vaya, así estaba mi ánimo, y así jugué regular al pádel. Pero Raúl quiso pelotear un poco y eso me gustó mucho, ahora, sudé... que no os podéis imaginar. Como Rocky cuando subía las escaleras. Oye, pero mi revés ha mejorado muchísimo. ¿Cuándo voy a poder jugar un partidillo? ¿Cuándo profe? Que ya me lo están preguntando. Uno a dos, para pasar unas pelotas y eso.

Centro Cultural Las Cigarreras, Alicante

Hoy he ido a este bonito sitio a oír hablar de cowfunding y autoedición. El caso es que tengo un proyecto a medias bonito, interesante, pero necesita difusión y financiación, por eso me apunto yo a estas cosas. Aunque casi siempre voy dos pasos por delante. Y en realidad todo depende de que alguien te toque con una varita mágica.