sábado, 14 de febrero de 2015

Cuando se sale del cine

  Un sábado cualquiera no tienes nada que hacer, nadie a quien llamar, o quizás si has llamado, pero todos hacen oídos sordos, el caso es que un sábado cualquiera —como todos— decido ir al cine. Cuando uno entra en la sala parece como que se para el mundo un poquito, estás ahí, viendo la enorme pantalla, la publicidad, los avances, y el momento solemne cuando empieza la peli. Todo se para. Hoy he visto Birdman, que parece que es una de las favoritas para los Oscar. Había oleadas de gente haciendo cola para ver lo de las sombras de Grey. Jóvenes, adolescentes, parejitas, grupos de señoras, en fin, muchos. En Birdman también había gente, yo creía que me iba a encontrar sola, y me alegro que no fuera así. 

  Parece que los chicos de Hollywood/Broadway, lo mismo da, conocen muy bien las miserias humanas. Siempre hay un director que va un poquito más allá y sabe plasmarlo de una forma diferente. No he visto abrir y cerrar más puertas en ninguna otra película. Sobre todo abrirlas. Abrir puertas y avanzar. Había cientos de secuencias así. Puertas y pasillos estrechos. No me extraña que el protagonista ansiara volar, escapar de las limitaciones, que imagino quieren decir que son las suyas propias, las que nos ponemos nosotros, nuestra mente, nuestro alrededor, qué importa. Abrir puertas y avanzar, gente que sale de los lados, de otras habitaciones, te las cruzas, les gritas, las besas, las echas, les das una paliza, y cierras una puerta y abres otra. Así toda la película. Con su argumento, claro. Y están los espectadores, los que mandan, se supone que todo se hace por y para ellos, pero no es así, todo nace de uno, todo quiere formar parte de lo esencial que queremos demostrar, que valemos. Que tenemos algo que decir y que somos importantes. Pero para eso necesitamos la crítica. Porque la crítica es el poder. Pero Birdman quiere volar. Su hija quiere volar. Todos quieren aire. En fin, no he entendido el final de la peli, no comprendo la metáfora, tranquilos que no voy a desvelar cuál es la última escena. El caso es que la mezcla de realidad y ficción es una línea muy muy leve, como siempre he dicho, todo es una obra de teatro. Nuestra mente quizá no sea capaz de traspasar lo que quiere y ponerlo en "la realidad". Suerte a quien lo consiga.

  Cuando se sale del cine te queda esa sensación como de superioridad. Sales de golpe al frío o al calor de la calle, la gente hablando, las luces, los sonidos, y tú sigues pensando en la película y lo que te transmite, lo que te hace pensar o sentir. Es como volver a nacer. Ellos no saben lo que tú has visto, lo que acabas de vivir, las verdades que te ha revelado el cine.




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