jueves, 6 de septiembre de 2012

Poesía con vestido rojo


Tengo un vestido rojo
que espera colgado en su percha,
perfumado.
Vestido para celebrar, para acabar
con la rutina establecida.
A dosis diarias creamos un mundo
donde la complicidad se aburre
a falta de mi vestido.

¿Y qué mas?
¿Cuándo me pongo mi vestido rojo?
Falta el estreno de besos y de risas.
¿Vamos al revés?
Hemos creado un mundo genial
de letras e ideas.
Y hacemos carrera mental.
Nadie lo entenderá, a mi no me importa.

A la vez te olvido y te guardo,
te sigo y te evito,
a la vez me voy y me quedo.
Ya no hago cabriolas de palabras,
me aficioné al ganchillo,
a tejer nudos más gruesos.
Ya no sé hilar fino, no sé,
no he sido lo bastante especial
ni mantengo la distancia precisa.
Lejos y cerca es como estoy,
y las polillas se comerán mi vestido rojo.
No lo entenderán.
Ni siquiera tú
ni siquiera yo.




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