Tengo un vestido rojo
que espera colgado en su percha,
perfumado.
Vestido para celebrar, para acabar
con la rutina establecida.
A dosis diarias creamos un mundo
donde la complicidad se aburre
a falta de mi vestido.
¿Y qué mas?
¿Cuándo me pongo mi vestido rojo?
Falta el estreno de besos y de risas.
¿Vamos al revés?
Hemos creado un mundo genial
de letras e ideas.
de letras e ideas.
Y hacemos carrera mental.
Nadie lo entenderá, a mi no me importa.
A la vez te olvido y te guardo,
te sigo y te evito,
a la vez me voy y me quedo.
Ya no hago cabriolas de palabras,
me aficioné al ganchillo,
a tejer nudos más gruesos.
Ya no sé hilar fino, no sé,
no he sido lo bastante especial
ni mantengo la distancia precisa.
Lejos y cerca es como estoy,
y las polillas se comerán mi vestido rojo.
No lo entenderán.
Ni siquiera tú
ni siquiera yo.
Ya no sé hilar fino, no sé,
no he sido lo bastante especial
ni mantengo la distancia precisa.
Lejos y cerca es como estoy,
y las polillas se comerán mi vestido rojo.
No lo entenderán.
Ni siquiera tú
ni siquiera yo.
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