miércoles, 9 de julio de 2014

Qué tiempos aquellos cuando...

No es que ya no me guste escribir, o que no tenga experiencias o cosas para comentar. Es que sinceramente, estos tres años de porquería hacen mella y voy pensando si las cosas que pueda comentar serán estupideces (que la mayoría lo son, no es que me importa demasiado), o si alguien lo entenderá mal, o si no lo entenderá, o si tendrá doble sentido. En fin, no escribo porque me condiciono yo misma. No pasa nada. Me desahogué con Fantina, lo cual estuvo más que bien, ahora a la pobre la tengo macerándose para que de un pasito más.

Por otro lado, la miseria humana diaria me vuelve de color pulga, como la bata de Priam Farll (encomiendo encarecidamente su lectura). Tanto hacer, tanto soñar, tanto esperar y luchar, bah. Y llegas a un sitio lleno de gente y eres invisible. Y quien se cree grande no es absolutamente nadie, ni tiene conciencia ni sabe estar ni sabe de nada. Todo esto lo entiendo yo, claro. El caso es que hechos recientes han hecho que conozca gente variada... pero solo son gente compacta. ¿Todo el mundo está así como etiquetado? ¿De verdad? Así como del mismo color. Así como homogéneos, aburridos. 

Qué tiempos aquellos cuando... ah, no, que no hay tiempos aquellos. Me equivoqué. 

Yo ya me harté del quizá algún día, del ahora no, del a lo mejor. Estoy cansada y este mensaje se autoborrará en media hora. Un día así lo tiene cualquiera. Lo malo es cuando haces lo IM-PO-SI-BLE para darle la vuelta y 24 horas se convirtien en 26280.

No pasa nada, luego hago poesías y alguien con mala leche me dice que me expongo. Bueno, qué mas da exponerse. ¿Estábamos mejor encerrados en casa? Dicen que con las nuevas tecnologías no hablamos con nuestros vecinos. Dando de lado que tengo muy buena relación con los míos, no recuerdo que hace 20 años la gente se paseara por los pisos de los edificios llamando a la puerta de sus vecinos para conocerlos. Ni entablar conversaciones con el compañero de bus más allá de algo ocasional. Qué cosas. Cómo nos gusta criticar. Lo bueno y lo malo. 

Ya os dejo. Quizá os ponga un poemita, mirad, dice así:

Velocidad en las manos que cogen carrerilla
mientras entorno los ojos para que la arena no ciegue,
para ver el objetivo.
Los muslos se mueven al ritmo de grandes zancadas,
piso fuerte
        todo recto. 
Músculos tensos, sudor en la nuca, en las sienes. Dentro.
Y después, y ahora, y nunca...
llega la lluvia. Y los charcos salpican mis piernas.
Y ahora y siempre,
caigo.


Hala. media hora. 




3 comentarios:

  1. Malgasté el tiempo, ahora el tiempo me malgasta a mi...(William Shakespeare)

    Saludos

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  2. Así, del mismo color. O incoloros. Es lo que hay, bienvenida al conocimiento.
    Abrazos, siempre

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  3. Gracias Mark y Amando. Cierto es que el conocimiento conlleva sinsabores. Es lo que tenemos.

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