domingo, 18 de marzo de 2012

Sin perderte de vista


Blanca desayunaba a diario en la cafetería del moderno edificio donde trabajaba. A las 8.40 en punto, cuando había terminado el café con leche y media tostada de tomate, se dirigía al vestíbulo aún vacío y llamaba al ascensor. En el minuto que tardaba en subir a su planta, sacaba la barra de labios y se pintaba. Depende del día usaba un color rojo, o brillo rosa, o un marrón claro. Luego, hacía ese gesto que hacen las mujeres para unificar la pintura en los labios, como un "pop", y sonreía al espejo. 
En realidad nadie la ve y luego se sienta frente al ordenador, pero hace meses descubrió que ese gesto tan tonto es como un gesto de superación. Más psicológico que otra cosa. Blanca se pintaba los labios y se ponía rímel en las pestañas todos los días desde que pasó tres meses en un estado de ansiedad constante. Lloraba todas las noches y sus despertares eran una mirada fija al techo, sin sonrisas.  Depresión, había dicho el médico, recetándole tres pastillas diarias. Es normal que te sientas así, un despido afecta de manera diferente a las personas. 
Blanca nunca fue a la farmacia por las pastillas, y nunca volvió al médico. Al día siguiente decidió pintarse los labios de color rojo antes de salir a comprar algunas verduras. La dependienta le dijo que la veía muy guapa. Dos días después hizo lo mismo y fue a ver a su hermana. Cuando vio que sus labios eran un potencial para su autoestima pensó en todas esas pastillas que no se estaba tomando. A las dos semanas se pintó un poco los ojos con rímel, y el efecto fue aún mejor, pintada lo mínimo, pero lo suficiente como para ser una actitud frente a sus temidas mañanas. Un simple brillo frente a un trago de agua con química. Aún así no era fácil el día a día. Pero iba con la sonrisa puesta, por lo que pudiera pasar. Si por las noches se acostaba con los ojos enrojecidos y manchados de tinta negra, por la mañana se limpiaba a conciencia aunque le doliera el alma.
Y así, poco a poco, a Blanca se le fue achicando el hueco que tenía en su interior, labios rosas y sonrisas. 
Ahora vuelve a trabajar, y se sigue mirando al espejo, para no perderse de vista.
A veces solo necesitamos un gesto sin importancia al que agarrarnos para seguir adelante. Y nunca dejar de mirarnos al espejo, ver nuestro rostro y aprenderlo de memoria. 

5 comentarios:

  1. Tal vez yo también empiece a partir de hoy a poner un poco de brillo rosa en mis labios y rimmel en mis pestañas, esa es la actitud, gracias por el consejo. Un beso

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  2. eso que dice es la verdad,yo soy otra persona sin pintarme los labios,incluso para estar por casa los llevo pintados,parece que eso me da cierta "vidilla"

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  3. ¿Algo mejor que gustarse a uno/a mismo/a?

    Aunque soy más partidario de la naturalidad, si ella está contenta yo lo estoy...

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  4. Bueno, pues a pintarse los labios de rojo, ea!

    Besos, Ana.

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  5. Yo me pinto los labios diariamente con el color rojo-burdeos y me gusta verlos sensuales y prometedores en el espejo aunque ese dia no me coma ni una rosca.

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