miércoles, 23 de noviembre de 2011

Historieta de la playa


Con 14 años viajé sola a México, corría el año 1993. Qué valor, allí me esperaba una amiga con su madre. Como buenas anfitrionas me llevaron a muchos lugares, entre ellos Cancún, o guirilandia, aunque en aquella época no lo veía con claridad, realmente solo recuerdo una gran iguana verde en una piedra gris y al fondo un hermoso Mar Caribe con nubes de tormenta. Íbamos del hotel a la playa y de la playa al hotel así que no conocí la ciudad, ni falta que hacía, sí conocí un sitio muy bonito llamado Xel-Ha donde buceé con peces de colores y me hice un amiguito de 10 años, un chamaquito, tan lindo él. Bueno, la historieta, yo estaba sola en el agua, en ese Mar tan transparente y cálido cuando ví a unos dos metros de mí mar adentro una niña de unos 7 años que braceaba mucho. Me acerqué y le pregunté en mi español tan españolizado si le pasaba algo, no me entendió, probé otra frase intentando enfatizar el acento mexicano, -¿no puedes salir? - le dije, no sé si me entendió porque estaba asustándose por momentos, así que le cogí de la mano y tiré de ella. No sé cómo pasó pero de repente dejé de tocar pie y el agua se arremolinaba, con razón no podía salir la chiquilla, así que yo tiraba con todas mis fuerzas de ella y de mí, que no era poca cosa; en mi lucha contra el agua atisbé la orilla y me asombré al ver un gran grupo de personas mirándonos directamente. Wow, pensé, como haya tiburones cerca por aquí se lía gorda. Yo seguía tirando del brazo de la pobre niña. Solo esperaba que hubieran llamado a esos tipos tan buenorros con bañadores rojos para salvarnos, pero no, en un segundo llegó un señor que me quitó a la niña de la mano y se la llevó sana y salva a la orilla (a mí no). Y allí quedé yo haciendo el ridículo mientras todos me miraban, mi amiga con cara de desesperación. El agua tiraba tan fuerte hacia atrás que comprendí en un segundo porqué se ahogaba la gente en el mar. Y como pude salí. Y la masa humana se desvaneció, quizá decepcionados por un espectáculo tan corto y con final tan soso. Y yo quedé cansadísima después de tanto esfuerzo caray. He de decir que a los diez minutos se acercó el padre de la niña que nunca supe como se llamaba a darme las gracias. No he vuelto a Cancún, pero si lo hiciera, no paso de la orilla.

2 comentarios:

  1. Bueno,menos mal q todo quedó en un susto,buena historia para contar a hijos y nietos.

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  2. y a las tías también para que se rian un rato

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