Alicia tenía un momento bajo ese día y decidió que quería un mimo, sabía de quién lo quería exactamente y fue a buscarlo, pero no lo encontró. Ya le ha había pasado otras veces. - joder - se lamentó. Sólo quería un mimo-. Buscar mimos por la vida no es cosa fácil, pensó. Porque no vale cualquier mimo, no te sirve un mimo cualquiera ni el mimo del vecino, a veces necesitas un mimo especial y esperas que se te dé porque tú así lo harías. Pero Alicia se dio cuenta que los mimos parece que se venden, no se regalan. Los mimos inesperados o de sorpresa están muy bien, pero qué pasa cuando realmente necesitas uno. ¿No tiene ojos en la cara? ¿No tiene un corazón que late? Ni siquiera había que intuir, lo dijo claramente: - quiero un mimo, préstamelo y te lo devolveré, regálamelo y te regalaré-. Y se quedó esperándolo.
Coherente reflexión !
ResponderEliminarSaludos
Mark de Zabaleta
gracias Mark, por el comentario y por seguir leyéndome
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